lunes, 4 de abril de 2011

Viajando por Europa XI - París - Francia

Viernes 23 de Julio, nos tuvimos que levantar muy temprano, Bart nos acercaría a Francia para tomar un bus hasta Lille, luego de manejar por tan sólo 3 minutos cruzamos a Francia, la parada de autobús estaba ahí nomás. Saludos, abrazos, algunos lagrimones por allí, llegó el bus (¡Qué puntual!), nos subimos pagamos los ticket, bueno en realidad pagó Bart porque sabe hablar en francés, nos sentamos y en escasos 40 minutos llegamos a la estación de Lille para subirnos al TGV, lamentablemente no había tiempo para conocer la ciudad.

Como sacamos los pasajes por internet, no conseguimos que ambos sean de primera clase, llegado el momento de abordar el tren, Gisela me arrebató el ticket de primera y yo me tuve que ir a segunda y encima ¡salió más caro! Aunque, la verdad, ir en segunda es muy cómodo. Tan puntual como la mayoría de los transportes, el tren partió y en poco mas de una hora ya estabamos en la estación Gaard Du Nord, de la ciudad de París. ¿Tomar un taxi o caminar hasta el hostel?, decidimos caminar, eran solo unas 10 cuadras. Al salir hacia la vereda, la primera impresión que deja la ciudad, es de desorden, muy parecida a las ciudades latinoamericanas.. Bueno luego de batallar unos minutos con el mapa encaramos para el hostel. A medida que caminabamos, nos sorprendía las caras de los transeuntes, las vestimentas, las formas de expresarse, ¡es que no eran parisinos, eran todos inmigrantes!, por un momento nos dijimos ¿cruzamos el mediterráneo sin darnos cuenta?, al levantar la cabeza y mirar para ambos lados sólo se veía gente negra y la mayoría con túnicas. ¡Qué fuerte está muy fuerte la inmigración en esta ciudad!, por las dudas, aunque la palabra inseguridad no es muy conocida aquí, tomamos con fuerza nuestras valijas y mochilas y caminamos hasta llegar al hostel, pero esto es así que no lo encontrabamos, caminabamos unos metros por ahí y teníamos un numeracion mas alta, volvíamos y teníamos una numeración mas baja, el hostel ¡no estaba, nos estafaron nos dijimos!, preguntamos a un verdulero que estaba en la puerta y nos señaló el hostel, es que no lo veíamos porque estaba toda su fachada en remodelación. Una vez pago la friolera tarifa de 45 Eu por persona y por día que nos costó la estadía, nos dieron las llaves y nos dijeron que nuestra habitación estaba en el piso 6, y encima no había ascensor, increible, una escalera tipo caracol, que por momentos parecía que se desarmaba, nos llevó a nuestro piso. La habitación muy limpia, pero había olor como a humedad. Luego nos enteramos cuando fuimos al baño de que había goteras por la construcción. Y encima al día siguiente, la cocinera china, te estornudaba practicamente en las medialunas. Lejos el peor hotel de nuestra estadía y encima el más caro.

Bueno dejamos las cosas, dormimos una hora y nos fuimos a dar una vuelta por la ciudad utilizando como medio de trasnporte el subte. Como particularidad, el subterráneo de París, le dicen queso gruyere, por te conecta a todos lados y si te pasas de estación, no hay problema, hay muchas combinaciones, y hasta podés volver por otra línea. La parte mala, nosé si porque es verano, es el olor a transpiración que hay.

Nuestro primer punto fue bajar en la estación de los inválidos, para ir al museo donde yacen los restos de Napoleón, pero terminamos encarando para el puente Alexandre III, para cruzarlo y encarar hacia la avenida de Los Campos Eliseos. Caminar por esta y finalizar en el Arco del Triunfo, no sin antes cruzar por las grandes tiendas de ropa, incluso ver filas para ingresar a Louis Vuitton. Ya con bastante cansancio logramos llegar y disfrutar de esta monumental obra que recuerda la victoria en la batalla de Austerlitz, donde Mapoleón Bonaparte les promete a sus hombres que volverían bajo arcos triunfantes, por eso la envía a construir. Luego retornamos unos metros, ingresamos a las tiendas comerciales e intentar comprar algo, pero imposible, los precios son muy elevados a diferenecia de tantas otras tiendas de otras ciudades europeas.


Ya finalizando el atardecer, tomamos el metro en direccion al Trocadero para conocer y subir a la famosa Torre Eiffel. Esta famosa estructura metálica, es realmente imponente, como también la fila para ingresar. Lamentablemente por cuestión de horario y gracias a la cantidad de visitantes no pudimos ir al 3° nivel, por lo que tuvimos que contentarnos con el segundo nivel. La vista es espectacular y la verdad que no dan ganas de bajarse.


Al día siguiente nos levantamos muy temprano, desayunamos y tomamos el metro y posteriormente el tren con destino al palacio de Versalles. Todo el trayecto con espera incluida nos levó una hora más o menos. Una vez en la estación de Versalles, para llegar al palacio, sólo debes seguir a las personas y en escasos 5 minutos estas en la puerta de este imponente palacio. Luego de pagar los 25 euros por persona que nos costó la estadía con audioguía inclusive, más la larguísima y tediosa fila para ingresar, disfrutamos de este gran palacio construido por Luis XIV para ejercer su reinado. Cada sala es mejor que la anterior, sus jardines espectaculares, con fuentes de agua espectaculares (hay que saber los horarios para ver las los juegos de agua), y más capillas, más parque,y también otros palacios, como el Trianón, el palacio de la reina María Antonieta.



Ya a la noche caminamos para el Moulin Rouge, desde ya que no entramos, pero habái que conocer auqnue sea la el frente de este histórico cabaret. Caminar no es muy lindo, más si es de noche, muchas prostitutas, sex shops, caras de pocos amigos, pero nadie se mete con nadie, cada uno hace su vida por lo que se puede disfrutar tranquilamente, esto es así que recalamos en un pintorezca y muy bohemia plaza, cerca de la iglesia Saint Jean de Montmantré, donde tomamos un muy buen helado mientras veíamos a varios pintores haciendo gala de sus destrezas con el pincel.

Nuestro último día en parís sería a todo trapo, en este caso nuestro destino sería el museo de Louvre. ¡A tener en cuenta: ir muy descansado, es enorme y no te podés perder ninguna sala!, desde el metro llegás directamente al museo y encima comprás la entrada allí mismo sin hacer la larga fila, que hay en la plaza. Una vez abiertas las puertas del museo, encaramos directamente hacia la sala donde está La Gioconda, para verla con detenimiento antes que la sala se llene de turistas. Luego en su recorrido de varios kilómetros, nos maravillamos con hermozas pinturas de la revolución francesa, guerras napoleónicas, pinturas varias del renacimiento, salas asigandas a los principales pintores de cada país europeo, esculuras espectaculares como la Venus del Nilo y el código de Hammurabi de la era mesopotámica. Hasta caminamos por el sótano dnde se encuentran los restos de la fortaleza original sobre lo que se construyó este magnífico palacio. Hasta hay recorridas turísticas que se relacionan con el libro de Dan Borwn “El Código Da Vinci”.

Una vez fuera del Louvre, caminamos en dirección al Río Sena, y luego paralelo a este hasta llegar a la catedral de Notredame (catedral de nuestra señora, en honor a María), situada en la isla de la Cité, es famosa por su estructura gótica, donde también se puede visualizar la estatua a Juana de Arco y otras escultura muy buenas.

Ya llegando la noche decidimos ir a comer almejor estilo picnic frente la torre Eiffel, no sin antes tomarme un par de cervezas, la primera que probé fue una llamada Desperados con tequila, supuestamente es una cerveza mexicana de 5,9% de alcohol, pero leyendo bien la etiqueta me dí cuenta que era francesa, ah, y de tequila sólo el aroma, porque era una mediocre cerveza común y corriente, la otra cerveza francesa que probé es una Adelscott aromatizada con whisky, cerveza de 5,8% de alcohol, de color ámbar y muy cristalina, pero de un fuerte dulzor que se vuelve hasta empalagoso, otra cerveza mediocre.

El mini picnic, comiendo baguette frente a la torre fue un bgran acierto de mi novia, nos dejó la última gran postal de esta ciudad hermoza, de importantes lugares que hemos conocido, con buenos subterráneos aunque un poco olorosos y hoteles muy caros y de baja calidad. Es una ciudad para recorrerla por toda una semana y no por tres días como nosotros, pero no me quejo, estuvimos en los mejores lugares y todavía nos falta la última aprte del viaje: Madrid, Toledo y mallorca

Para el Gran Cervecero
Javier Schaerer

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